martes, 18 de agosto de 2009

El capitulo 2 - Nano




Ricci - 2° capítulo
por el nano

A Rita no la convencía mucho la idea de limpiar el departamento de Marquitos. Le hacía limpiar dos horas cada 15 días. El desorden era increíble y en tan poco tiempo quedaban tareas inconclusas. Y además le cortaba el día por la mitad. Ella tenía dos casas de una misma persona en otra zona y mejor pagas, y sin la necesidad de renegar con el horario, ni con las llaves, ni con la desconfianza. Pero por el momento se encargaba durante 6 horas, el mismo día martes de los palacios del Honorable Dr. Benito Lamella Greca, distinguido “Cavalliere” italiano, de más o menos ilustre ascendencia nobiliaria. Uno, en el Bv. Oroño al 200 y el otro en Brown al 1900. En realidad Rita se pasaba más horas en el palacete de calle Brown, que era más pequeño y donde el doctor residía más frecuentemente, mientras que se ocupaba de la limpieza de la residencia del boulevard todo un día completo cuando se lo pedía especialmente. Allí, el Doctor concurría para ciertos eventos sociales, ocasionales y si se quiere, misteriosos. El Cavalliere, vivía sólo. Dedicaba gran parte de sus horas a la lectura y a la escritura. Algunas veces recibía la visita de Nino, un amigo que si bien carecía de su alcurnia, era paisano de su Lombardía natal. Y las tardes se consumían entre las charlas en italiano, las copas de grapa y las largas partidas de ajedrez. Se mostraba galante con sus amigos, pero mostraba cierta arrogancia con las mujeres. Ese andar altanero y adusto que retrata a la gente de la alta sociedad, lo hacía notar hasta inconscientemente. Cierta intratabilidad y misoginia ponía de manifiesto a la hora de diferenciarse con el sexo opuesto. Sus caminatas por el boulevard evidenciaban ese galanteo. Su mirada era imperturbable, andar cansino, pisada convencida. Objeto de las miradas era su propia persona, sus trajes, sus zapatos, su sombrero, su bastón antiguo. Talante serio con un tinte avasallador. Sus relaciones provenían de los socios fundadores de las sociedades italianas o de los descendientes que todavía permanecían movilizados por el mantenimiento de la cultura lejos de su patria. Las reuniones tenían una regular periodicidad, aunque no queda muy en claro qué tipo de reuniones rompían en silencio la monotonía del palacio del boulevard. Reuniones que intrigaban al Dr. García Mónaco, que tenía su Clínica lindante con la mansión. Encuentros de una veintena de personas que asombraban por la distinción y el recato. Y si bien no se espera un bacanal de una reunión semejante, extrañaba la ausencia de música como de sonidos y luminosidades que escaparan de la discreción de una tarde apacible del centro.

Sólo un conspicuo Inspector, astuto y con resaltadas cualidades detectivescas como Marcos Ricci, podía darse cuenta de todos los movimientos de los vecinos de Oroño al 200 y del 300 también. Si hasta conocía los horarios de la abuela de Silvia, que vivía al 400… Conocía la velocidad y la temperatura de boulevard. La circulación, los desplazamientos; los atrasos y los ruegos de los novios retardatarios, los reclamos y rezongos de las vecinas hacendosas, la fisonomía de los encargados de los edificios, la entumecida entrada al trabajo de los oficinistas, las chancletas gastadas de las empleadas domésticas, la pereza de Carlitos, el barrendero que se hacía querer y agraciar por esa simpatía cómplice que regalaba ternura a cambio de un pan de leche, la vigilante confabulación de las no tan anónimas palmeras. Para Ricci los transeúntes tenían una cara, tan dibujada, que parecía retratar a cada una con un nombre. Nada le escapaba de sus ojos, todo escrutaba con particular sigilo, más allá de que aquella tarde había perdido de vista el Audi negro del Dr., poco antes de llegar al parque Independencia. Sí, en esa persecución, había registrado la patente: GGA872. Como para olvidarla, “García Mónaco Asesino” Seguramente, el 872 ocultaría otra parte de la historia, que lo acercaría a develar el misterio.
-El esteta éste sabe de disimulos, de tetas y de muslos, sabe de cambiar fisonomías, de modificar expresiones y semblantes. Sabe engreírse y hacer engreír, camuflarse y camuflar, conoce el arte de seducir y engañar. Tiene técnica, ingenio y estiletes. Sabe manejar el bisturí y el cuchillo asesino. Sabe lo que es cambiar y aparentar. Y se hace tan el buenito y el seductor… Las tres pasaron por sus manos robustas, embusteras, aniquiladoras… Pero debo comprobarlo.

Ricci, más allá de hacer buena letra y esmerarse en la resolución del caso, procurando de que sus actuaciones redundaran en beneficio de su propio curriculum, mantenía cierto encono con el Dr. García Mónaco, desde el momento que en su juventud había desplazado de las pretensiones de su ingenua libido a la mismísima Cecilia, compañera suya de la escuela secundaria, hoy compañera del otro, en la escuela de la vida. El amor primero, el amor ingenuo. El amor de Beatriz en las entrañas del Dante de las investigaciones. El amor no correspondido y jamás olvidado. El amor no aplacado que le hace husmear en las tijeras del cirujano, esteta y especialista en romper corazones. Comprobar indicios o endilgar culpas, se confunden en el medio de la travesía. Encontrar la llave de la luz en el medio del bosque ayudará a combatir la ceguera del sentimiento obtuso y la llama tristemente candente y abrasada que se sazona de rencor; el silencio inflamado y acalorado de un sendero que aturulla y reclama. Crujir de cenizas chamuscadas en busca del verde que acompaña, fluye y calma. Consabidas viejas lunas, destino incierto del deseo. Arte en el busto, arrugas en el ceño, sangre en el ojo y en la quijada.
Y cuando no hay torta con dulce de leche, buenas son las “Anitas”, que casi llegó para completar el pan nuestro de cada día. Y de las anitas, al Anís Ocho Hermanos, sólo un paso. Amigo de las botellas no vacías y de Alanís, un amigo que se dedicaba al boxeo. Y qué ganas de pegar un puño a la puerta que me reencuentre con mis hijos. Me siento exiliado, ajeno, pero soy y siento que soy y no puedo ni debo estar afuera, como un vigilador. Mis hijos me reclaman, no una cuota alimentaria, no un paraguas económico, sino un plato de amor y de confianza, un cuadro interactivo que nos conecte con la infancia. Seba ha desarrollado un carácter ermitaño, antisociable. No sé si responde a la actitud de la mayoría de los adolescentes del siglo XXI o si realmente yo soy el culpable de este cerramiento hacia la sociedad. Las peleas con Anita, el clima tenso de cada rincón encontraba redención en el entrepiso que oficiaba de remanso para la pesadumbre de la computadora. Pasa allí todas las horas. Apocado y taciturno, tiene pocos amigos y amigas, o quizás no las tenga. Desconozco esto, y tantas otras cosas, que mi ex mujer me esconde, además de los fardos que me endosa, con mayor o menor índice de gratuidad. No creo que la escuela lo esté preparando plenamente para una inserción amable dentro de la comunidad. Mientras tanto se la pasa encerrado, y con su soledad se acompaña para no aburrirse tanto y con su MP3. Parecen ser esos los antídotos para prescindir del padre. Paula es más chica y tiene otros intereses, aunque de por si tiene un carácter más afable y un coraje diferente. Si bien hay días en que tiene actitudes de niña y otros en los que se viste de señorita, parece en todos los casos más fresca y natural. Y esto me hace bien. Desgraciadamente los veo poco y creo que soy el culpable de esto, aunque al mismo tiempo todo lo que hago es por ellos.

Todas las mañanas Ricci recorría esas 9 cuadras que desde Viamonte y Colón lo separaban de la Policía Federal, y eran esos minutos, en los que no dejaba de pensar en la resolución el caso. Era éste y no otro, el tema que lo preocupaba y que a su vez le permitiría en algún momento sorprender a los superiores sobre el nivel de compromiso que siempre mantiene con su trabajo. En otros momentos ciertos desaciertos, hicieron dudar de su idoneidad y le hicieron perder un poco de confianza y hasta algún ascenso en tiempo y forma; no fueron pocos los dislates que ocurrieron en momentos de su vida privada, y que lo distrajeron de sus obligaciones. No es que él fuera un mal compañero o un limitado camarada. Simplemente que varias etapas de la vida vieron sus fuerzas quebrantadas y el pensamiento saturado de abstracciones congestionaba el entendimiento. El quería recobrar su reputación, pero a su vez lo obsesionaba el caso de las tres mujeres bonitas violadas y asesinadas. Le había prometido a su amigo Bobby, del Juzgado, que resolvería el caso a cualquier costo.

Increíblemente Ricci conocía a dos de las víctimas. Una se llamaba Rosaria Milone, una muchacha italiana que había sido compañera de 1° y 2° año de la escuela, junto con Cecilia; y que luego de dos temporadas en Italia, había terminado en el Nacional como nosotros, pero tres años después. La otra era vecina de mi departamento de casado. Me enteré cuando vi revolucionado el edificio, al enterarse todo el barrio, de la intrigante desaparición de la hermosa señorita del 5°. Se llamaba Rita, luego me enteré que el apellido era Miralles. ¡Qué hermosas que eran! Qué desperdicio de la naturaleza. Hay que ser más que un asesino para tramar tan macabra aberración. Hay que ser un depredador, un esquizofrénico o un sicario para haber emprendido y ejecutado semejante delirio. La tercera no la conocía, aunque a través de las fotos que facilitó Bobby, pude conocerla. Era también rubia y muy bonita. Parecida a las otras. Ahora no recuerdo bien el nombre, pero analizando la situación, estoy seguro que la tercera también podría tener las mismas iniciales: RM, como Rosaria Milone y Rita Miralles. Le voy a pedir la carpeta a Bobby, porque entretenido con la vida de mis dos conocidas, de pronto dejé de lado la vida de la tercera en cuestión, que por otra parte fue la tercera en haber sido descuartizada: RM, RM, … ROMI, RIMI… Roma! Rimini! ¡Cuánta italianidad, cuántas coincidencias! ¿Por qué tanta furia contra los italianos? Aquí está la punta, acá hay algo sospechoso. Ésta no se me escapa. Cuánta astucia, soy el mejor… Pocos podrían darse cuenta. Me voy a casa a leer mejor la carpeta de Rosaria. Tengo la mitad del caso resuelto, la vida me sonríe. Camino las cuadras, más que nueve, aflojo tensiones, me saco el frío. Compro cigarrillos en el kiosco, me distraigo con una parejita que contaba sobre el arrebato de una cartera, sigo la caminata, llegando a casa me saluda amistosamente una vecina con un, chau Marcos. Y me empieza a repiquetear en la cabeza: Marcos Ricci, Marcos Ricci, MR, MR, Ma-ri, Ma-ri,… y la pregunta que ya me tortura: ¿Cuál era la coincidencia? ¿Cuál era la coincidencia?
Nano

miércoles, 12 de agosto de 2009

RICHI - Cadáver Exquisito - 1º Cap. MAY BARTA




por May Barta Primer Capítulo



Richi abre los ojos. La penumbra y el hedor del lugar no lo alientan a levantarse. Las gruesas cortinas apenas dejan pasar un hilo de luz. En el extremo de la cama, sobre la mesa, permanece un vaso con restos de whisky junto a una botella casi vacía.
Bosteza, acomoda la almohada y respira profundamente tratando de distenderse para disipar el malestar que afecta su cabeza. Recuerda la discusión del día anterior con su ex mujer, Anita. Más de lo mismo, piensa. El silencio lo aturde, las palabras de Anita lo aturden, todo le provoca un ahogo que sumerge día a día en la bebida. Se esconde en ella para borra su dolor.
Se ocupa de sus hijos a pesar de los reproches que recibe. Siempre termina con Anita discutiendo por el dinero que le pasa. Pero cualquier cosa que haga o diga se resuelve en un reproche incansable de su parte. Las conversaciones se vuelven insostenibles.
Se incorpora lentamente tratando de ordenar el día. Camina hacia la cocina, abre la alacena pero inmediatamente la cierra. Allí Solo se pueden encontrar latas, un frasco de café instantáneo y otro de galletas casi vacíos. Algunos pocos vasos, platos y tazas que seguramente nadie se animaría a usar.
El “departamentucho”, tal como lo llama, está bien ubicado. Es un segundo piso de escaleras donde vive solo. Rara vez lo visitan sus hijos, ellos prefieren no ir. Sus encuentros generalmente ocurren en algún bodegón o bar. No le gusta cocinar. La heladera lo dice todo, no se alcanza a ver tras una cortina de imanes de distintos deliveries de comidas, bebidas y alguna que otra heladería.
Nada puede mejorar el lugar, ni aún con el esfuerzo de Rita, la señora de la limpieza. Los escasos y desgastados muebles entonan con las descascaradas paredes que alguna vez fueron pintadas a desgano. Nadie puede pensar que ese sea un hogar confortable o acogedor y él lo sabe.
Luego de darse una ducha, se cambia para ir a la oficina.
Richi Marino es Inspector de la Policía Federal. Todas las mañanas camina las nueve cuadras que lo separan de la Delegación. Como un rito matutino se detiene a tomar un café con dos medias lunas en el bar “La Ronda”. Luego de ojear el diario continúa su camino al trabajo. Apenas sale, enciende el primer cigarrillo de la mañana. Aspira y exhala lentamente el humo esperando que pase pronto el día.
Llega cuando ya casi todos están trabajando. Saluda con un apretado buenos días. Algunos de sus compañeros responden con un simple hola, pero la mayoría lo ignora. No se lleva bien con ellos. Si bien tiene algún que otro amigo no es una persona muy popular y mucho menos con sus superiores. Pero eso no le importa demasiado.
Se sienta en su sillón y enciende la lámpara que está en el escritorio. Separa las carpetas que había dejado el día anterior y busca la del caso que lo preocupa.
El verano pasado se sucedieron unos crímenes en la ciudad. En esos meses tres mujeres fueron violadas y asesinadas. La investigación avanzó sin resultado positivo –como dice la jerga policial- y no quedaron pistas para seguir. Richi había intentado acercarse al Jefe Burgos para comentarle las sospechas que tenía, pero éste no lo quiso escuchar. Los Superiores lo tenían mal conceptuado. No lo consideraban un buen agente y hasta algunos comentaron la falta de compromiso que tenía con su trabajo, más aún, con la vida. Conocían la historia de Richi, principalmente sus conflictos personales. Pero no lo veían suficientemente capaz ni hábil para llevar adelante investigación alguna por lo que desoían cualquier opinión que viniera de su parte.
Sin embargo a Ricci le obsesionaba el caso. Había leído cada una de las de las actuaciones policiales, también se había contactado con su íntimo amigo Bobby que trabaja en el Juzgado de Instrucción y a través de sus favores obtuvo copia de las actuaciones judiciales bajo promesa de reserva. En sus noches de desvelo las leía una y otra vez buscando una respuesta.
De ese análisis, algo le llamó la atención: había descubierto ciertas coincidencias entre las víctimas. Las mujeres eran de clase alta, dos de ellas de mediana edad y una un tanto mas joven. Las tres pertenecían a conocidas familias de la sociedad rosarina. Eran mujeres que se destacaban por su hermosura y que frecuentaban habitualmente salones de belleza, gimnasios, spa y, casualmente o no tanto, se habían realizado cirugías estéticas.
Entre los testigos citados por el Dr. Néstor Alcántara, Juez de Instrucción de la causa, se encontraba un médico cirujano estético, el Dr. Jorge García Mónaco. Su declaración era una de las tantas tomadas con el fin de armar el perfil de las víctimas.
Para Ricci, la coincidencia era la clave de la investigación, todas habían sido pacientes del “doctorcito”. Desde el día que había descubierto esa pista, centró la mira sobre el cirujano. Obsesionado, se propuso resolver el caso confiando plenamente en su olfato. Hasta soñaba con alardear delante de sus Jefes y compañeros el día que pudiera demostrarles su capacidad de investigación y así dejarlos con la boca abierta o también aunque parezca un juego de palabras, cerrarles la boca.
García Mónaco, de 57 años de edad, no es un hombre bien parecido, pero sí elegante y seductor. Tiene un trato muy cordial, tal vez por su oficio. Siempre se lo ve alegre y abierto al diálogo. Está casado con una mujer muy atractiva que denota una belleza inusual aún en sus 50 años.
Cecilia es arquitecta. Pasa gran parte del día trabajando en su estudio. También dedica tiempo a sus hijos y no deja de asistir a distintos eventos sociales y reuniones de trabajo, lo hace generalmente sola aunque a veces la acompaña su esposo. Ambos viven con sus hijos en un hermoso chalet situado en Fisherton. Sofía estudia Bellas Artes y Germán asiste al Colegio Alemán. Conforman una familia de clase media alta con un muy buen standard de vida.
Él es Cirujano Plástico. Atiende en una Clínica Privada sobre Bv. Oroño al 200, una institución de renombre a la que concurre una amplia y diversa cantidad de pacientes. Entre ellos se encuentra un número no despreciable de mujeres de buen nivel económico. García Mónaco es un profesional ampliamente reconocido en el medio y respetado por sus colegas.




Richi lo había investigado, sabía que si mencionaba sus sospechas iba a ser el foco de reproches de sus compañeros. Más de uno le endilgaría que esas sospechas estaban basadas en el resentimiento que tiene en su vida y la envidia que le provoca ese tipo de personas, sentimiento de querer ser como el otro y tener lo del otro y así vivir una vida de frustraciones, sin logros propios.
Sentado en la oficina se concentra en la lectura de sus notas y comienza a desarmar el entretejido de datos recabados. Debe pensar en un estratégico y minucioso seguimiento de los pasos de García Mónaco. Saber los lugares donde concurre. Conocer las personas que frecuenta. Saber lo que hace o deja de hacer. No puede permitir que se le escape ningún detalle.
Luego del medio día, de regreso a su casa, se detiene a comer un sándwich con una latita de cerveza en un bar cercano. Deja las carpetas en el departamento, camina hacia la cochera y saca el auto. Sale decidido a hacer el primer día de guardia frente a la clínica. Como su investigación no es oficial deberá optimizar los tiempos fuera de su horario de trabajo. Lleva algunas provisiones por si tiene que esperar largas horas en la pesquisa y un anotador donde volcar cualquier dato que llame su atención o que crea importante.
Estaciona el auto estratégicamente frente a la Clínica para obsevar todos los movimientos que se producen, en especial, los de salida y entrada. La edificación es una típica casona de estilo, elegantemente reciclada y bien conservada. De inmediato recuerda la profesión de Cecilia. Deduce que es muy probable que ella haya sido la arquitecta responsable del arreglo del lugar. Total todo queda en casa, piensa sonriendo. Pero sonríe mucho más por pensar que tal vez sus compañeros tengan razón en sospechar que ese estilo de vida le provoca cierta envidia.
Comienza a observar los autos estacionados al frente del edificio. Entre ellos se destaca un Audi negro, último modelo y apuesta, con certeza de ganar, que ése no puede ser otro que el auto del “doctorcito”. Le saca una foto y anota la patente.
Las horas pasan, mujeres de todas edades entran y salen. Todas elegantes. Todas espléndidas. Anita podría venir a atenderse aquí, piensa. Pero al mismo tiempo, riendo y meneando la cabeza, concluye que no habría cirugía alguna que la pudiera corregir. Al menos sus pensamientos lo entretienen. Tal vez si alguna persona lo observara diría que hay un loco en un auto que habla y se ríe solo.
Vuelve a concentrarse en su objetivo. Ya son cerca de las 7 de la tarde y calcula que en cualquier momento puede aparecer el sospechoso. Al rato, su pálpito se convierte en realidad.
Vestido con un saco de corderoy. Camisa abierta, con un echarpe de marca caído a los costados del cuello, un pantalón color habano y botas de carpincho. Guarda el maletín en el baúl y se acomoda al volante.
La emoción lo paraliza en principio.
Jorge enciende el motor y como acto reflejo Richi lo imita. El Audi arranca velozmente y Richi en pocos movimientos se ubica detrás de él. Ambos vehículos comienzan a circular por Bv. Oroño hacia el sur. Richi conduce tratando de guardar distancia para no ser descubierto sin perder de vista su objetivo.
A pocas cuadras Jorge detiene el auto frente a un lujoso edificio, baja y se acerca al portero eléctrico. Se ubica de espaldas a Richi -el que solo alcanza a ver sus movimientos - da dos pasos hacia la puerta de ingreso y aguarda. En pocos minutos aparece una hermosísima mujer que sonriente se le acerca y lo besa cariñosamente. Ambos caminan hacia el Audi.
Al verla, Richi recuerda los rostros de las víctimas y percibe una similitud con ellas. Todo le hace pensar que ese debe ser el tipo de mujeres que seduce.
Jorge hace honor a la gentileza del hombre que aparenta ser. Abre la puerta del acompañante para que ingrese la mujer, la cierra y gira hacia la puerta del conductor. Se arregla el saco, sube y ya sentado al volante se acerca a ella y le da un beso en los labios. Richi no puede salir de su asombro al advertir que esa mujer no resulta ser la Cecilia de sus recuerdos. Definitivamente no es ella. Este dato agranda sus sospechas.
Alentado por el descubrimiento Ricci reanuda la persecución.
Tal vez sea una larga noche, piensa.

LA NOVELA = ESQUEMA TEÓRICO



LA NOVELA E S Q U E M ARICHI


1) CONFLICTO- NUDO- PROBLEMA









2) ARGUMENTO (sentido-semántica) ¿qué quiero contar, reflexionar, mostrar en esta novela? ¿Qué quiero decir al mundo con esta historia? ¿Cuál es su sentido estético-filosófico-científico ? Más allá de los hechos, ¿qué pasa en esta historia?











3) PERSONAJES PROTAGÓNICOS

PROTAGONISTA (Héroe-Antihéroe)





ANTAGONISTA ( Opositor al héroe o antihéroe)






4) PERSONAJES COMPLEMENTARIOS-LATERALES


…………………………..



…………………………..



…………………………..



………………………….


……………………………..






5) HECHOS - ACCIONES SUCESIVAS -







6) T R A M A … a) ENCADENAMIENTO de los hechos, sucesión de acciones, sucesión en el tiempo y sucesión en el espacio.









b) DOSIFICACIÓN DE LOS HECHOS E INFORMACIÓN (Intriga-suspenso)











7) ESPACIO (S) - LUGARES DONDE OCURRE LA HISTORIA.-









8) TIEMPO (S) donde sucede la historia.-








9) CARACTEROLOGÍA FÍSICA-PSÍQUICA-SOCIAL-FAMILIAR-PROFESIONAL-CULTURAL del protagonista y del antagonista.-










10) VOZ NARRATIVA:


Primera Persona (YO) del PROTAGONISTA-PERSONAJE (Confesión)

Tercera Persona (EL-ELLOS) Narrador Omnisciente (sabelotodo) (Testigo)

Segunda Persona Externa (VOS_UDS) (Testigo que Exhorta, aconseja, ruega…)

Combinación por fragmentos, por momentos, 1º, por momentos 3º.-



11) ESTRUCTURA

UNILINEAL un hecho único, dos personajes ppales

CORAL, múltiples hechos, múltiples personajes

MIXTA, un hecho ppal muchos personajes, muchos hechos.





12) ESTILO …

UNÍVOCO narración lineal, monolítica, cerrada. Un solo lenguaje. El mismo tono literario. Un solo registro.

MULTÍVOCO, narración plural, fragmentaria, interferida, “sucia”, multiplicidad de lenguajes, figura barthiana, intertextualidad, alteración de subjetividades…

MIXTO





13) GÉNERO


a) AVENTURA- ACCIÓN – ENTRETENIMIENTO


b) ARGUMENTATIVA - TRANSPARENTE – REFLEXIVA


policial, psicológica, terror, drama, Comedia, parodia, romántica - erótica - histórica - costumbrista - social - política –
periodística - de ensayo –





14 ) REGISTRO


Blanca – ingenua – simple/// Negra – Repulsiva – Provocadora

De Culto- Popular-

Literaria - Oral

Melancólica-Pesimista- Amarga ///// Activa-Positiva-Optimista
Objetiva - Subjetiva (Literatura del YO, subjetividades en crisis)

jueves, 6 de agosto de 2009

Primer Post

El BLog ya esta en marcha