jueves, 10 de septiembre de 2009

Capitulo 5 - Gonza!



- Estimado, no lo he citado con la idea de que le tiente en primera instancia la propuesta que le hago, y sabe, hasta el momento todo funcionaba bien, cada cual con su tema, me sigue: son las obligaciones un pecado antiguo al que se dejo caer el hombre hace ya algún tiempo. Será una jornada que mucho habremos de lamentar en lo que nos queda de existencia mi buen amigo, cada cual con su rumbo, cada laúd y su tema y ese grano de arena se apila a ese otro y somos de golpe una eterna columna de hormigas hacia y desde el hormiguero. Es de eso que le hablo, de los roles.
He perdido la cuenta de los días que pasaron, si bien lo leído en el diario de hoy me ha perturbado, ha conseguido traer a mí alguna que otra norma que prometimos nunca romper, no consigo discernir con certeza cuanto tiempo paso desde su ultima visita.

CABALLO F3


Pero no hay caso en este tipo de bobadas, lo importante es seguir con este pacto tácito que nos ha regalado aquel primer encuentro, y sería lógico, no olvidara mi buen amigo, ese rol que hemos adoptado, somos uno en esta partida, y le ruego, como ahora decimos, no se olvide las piezas caen, y resulta inaudito un jugador no adopte la postura leal de seguir las reglas. Y así como la noche del 29 decretó la caída de una de las nuestras, (quizás la más importante), es un juego, el mundo, el manejo de la información se parece a las cartas, al ajedrez, se hacen sacrificios ¿sabe? Es una pena la muerte, se le erizan los pelos a uno con tan sólo arrimar ese racimo de letras, ¡Tantas veces inevitable! ¡Dónde recurrir sino al llanto y la ida, la ida!

TORRE G8

El concejal Arriedo lo entendió en la primera visita, tuvo él otras cosas para ofrecer, pero de todos conservamos los secretos, esto se urde desde el centro, comprende? Los primeros acuerdos con inspectores fueron sencillos, cada laud y su melodía amigo. La llegada de las hermanas Puccio aseguró otro tipo de información, nos llenó de contactos que de a poco utilizaremos, mas no me detengo, lo ve? Esto ya lo sabe y muy bien conoce usted a las hermanas Puccio. Nuestras pautas son simples, y si… adelante.

- Solo para recordarle que no me he olvidado de lo que me toca, cada firma, cada trazo es para y por lo que me toca, le juro, fue un error y no debería de volver… es que todo sucedió demasiado rápido, se lo advertí, se tiene que recorrer todo el camino, se lo dije, no hay medias tintas en lo que nos reúne, lo de la muchacha será subsanado, puede contar con mi palabra.



ALFIL C3

Escúcheme, soy sobre todas las cosas alguien sensato, no se asuste, míreme, claro que lo sé uno de los nuestros, una pieza en este divertimento en el que también yo cumplo un rol.

Ciertos beneficios se desprenden de nuestra forma tan propia de agruparnos, olvide lo casual en nuestra disposición, nuestra clase, le advierto, olvide el automóvil como solo un medio de transporte, el casamiento de una hija como una muestra de amor en el siglo nuevo, haga a un lado su asombro, no mastique como cerdo la noticia impresa, muchos habrán de caer para mantener la estructura que aglutina esta sub-capital que cada dia formamos. Las reuniones están suspendidas, sin embargo aun buscamos la belleza en los rostros, la curva que justifica la tela en un vestido, con que fin el mundo sin la calma bajo los ojos?

Y estaba en los sacrificios, recuerda­? Antes que nada me valía de los sacrificios para explicar lo que viene. Un juego, cada giro del porvenir, cada elección, el todo en el destino. En el ajedrez sabe, existen diversos tipos de sacrificio, algunos sirven para clarificar el panorama, es un modo de limpiar el tablero, gusta de este juego? Debería de probarlo, es un buen ejercicio. Otros son meras formas de mantener la distancia, peón por peón, alfil por caballo, no son los que me interesan, mucho más pertinente resulta el sacrificio como forma de desviación, se deja caer una pieza con el fin único de llamar la atención hacia el lugar equivocado, una suerte de bengala, un arrojar de piedras que resuena en el vacío. El día de ayer conversaba con Arriedo acerca de la pereza mental que nos trae el siglo XXI, también de los asuntos pendientes, del recomienzo de las reuniones, de las hermanas Puccio, (coincidimos en su rol fundamental en este juego), posición que también ostenta usted.

TORRE B1

En fin, algo de eso, aún así no me malentienda, sabemos la dama es una pieza difícil de atrapar, escurridiza cual espuma en los arroyos, no fue su culpa llegar tarde al sanatorio, ya el daño estaba hecho desde el momento en que arribó la ambulancia al lugar, nunca logré comprender que nos mueve a ser tan torpes… después de todo quién no quiere llevarse consigo a la Reina.

Es todo por el momento, sabrá reconocer las instrucciones, entenderá que los retrasos no son concebibles, cada laud y su melodía, no lo olvide, imagino no le será complicado conservar este recuerdo, ya sabe, a la época en que estudiaba me remonto, clan de gran memoria el de los suyos no es cierto?

Puede partir ahora, lleve consigo mis mejores augurios y esa idea de fondo que nos rige, la concepción del juego, del sacrificio, de la suma y de las partes. Hasta pronto, nunca en vano las charlas constructivas.


Richi desabotonó los tres botones superiores de su campera, el viento soplaba lento desde el Este y recordó cuanto tiempo había pasado desde que se sintiese renovado por el silencio y el frío del atardecer. Cerró la puerta del auto y cruzó la avenida sin mirar a los lados, la calle tenía un aroma a azufre que no conciliaba con su dolor de cabeza, con un ligero mareo y la forma en que vibraban los toldos a un costado del la sastrería.
La colilla se humedeció lentamente, suspendida en el labio inferior de Marino, vibró al acercarse la llama. El crepitar del fuego se abrió paso, avanzando en dirección idéntica a la gente ya seca del interés inicial por la escena, quizás precavida, repicando en los oídos noticieros y gripes y pestes, la ciudad se adormecía junto con el sol y su retirada tibia.

Richi uso su brazo derecho para esquivar la cinta que rodeaba el automóvil, escupió a un lado del cordón y se acercó lentamente, sintiendo bajo sus pies el crujir de los cristales rotos del parabrisas. El cuerpo yacía inclinado sobre el volante, ambos ojos se adivinaban entreabiertos, la quijada apenas desplazada capturó su atención por algunos segundos. Una bocina de ómnibus se dejó oír desde calle Salta, se perdió a lo lejos y el Perro giró la vista mientras un peatón retrucaba una puteada a la mole que huía rauda, guardando las manos en sus bolsillos se acercó a la columna de alumbrado, imaginó el sonido de su caída vertical, la sensación del detenerse, el desgano del hombre al apagarse:

- De seguro que no lo hubiera previsto – largó Richi, y dejó salir lentamente el humo luego de saborearlo en su boca.
- Sucedió esta tarde, se discute la hora exacta, pero los peritos suponen se encontraría alcoholizado. No hay marcas de neumáticos en la escena, el vehículo se precipitó en línea recta, los frenos se encuentran intactos, es curioso, ciertamente lo es, aún interrogamos a los testigos.

Marino alzó la hoja de papel que bailaba junto a otras idénticas bajo sus pies, la supo conocida, algo de emoción llenó sus pulmones, leyó Arriedo, recordó lentamente el resto de la lista, se detuvo en la palabra intendente, en la caja cargada de boletas en el asiento trasero del automóvil. El Perro suspiró sonoramente y ambos volvieron la mirada hacia los restos de sangre esparcidos sobre el capot.

- No logro entender que haría eso allí, pero será una cosa más entre tantas cosas que me confunden Richi… Me voy, ya mañana será otro día, no?
- Bastará con suponerlo amigo…

Las primeras estrellas se abrieron paso entre las nubes, dejando en claro que la noche golpearía duro en cada rostro de cada linyera de Rosario, se oyó otro bocinazo, una radio con baja señal escapando de un taxi, “Asked a girl what she wanted to be…” Richi pensó en la necesidad de las metas, recordó aquella canción que sonaba en la lejanía y vislumbró algo de luz en el camino que de pronto se abría paso entre sus tripas, sintió pena por la máquina perdida y reubicó los botones en su posición original. “Puta, que llegaríamos a este punto…”
García Monaco sonreía de costado, la pieza coronada descansaba sujeta entre sus dedos helados. Sus pelos enredados en coágulos advertían también la llegada de la noche, parecían bailar junto con las notas de la melodía radial. Richi sopló entre sus manos, entibió sus palmas antes de animar señas a la camioneta de la morgue que se acercaba lentamente hacia el Audi negro.

- “Baby you can drive my car” - cantó en voz muy baja, - “Baby I love you...”

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