martes, 22 de septiembre de 2009

Capitulo 6 - Iberia




García Mónaco muerto.
García Mónaco, con un político, pensaba Richi.
Y además, amante de sus más bellas pacientes, porque eso era lo que minutos antes de abrirse paso sobre los cristales rotos del parabrisa del Audi, él había comprobado.
¿Qué mezcla es esta? Pensó en voz alta.
La melodía de los Beatles, que aún sonaba en sus oídos, le ayudó a pensar sin sobresaltos.
Pasó la morguera y se detuvo a la par del Audi. Richi detuvo también su coche, se bajó y volvió hacia el escenario sangriento a pie, no quería perderse nada. Pero la policía y el Juez de Instrucción, no dejaron acercarse a nadie, fotografiaron todo, marcaron las huellas del lugar y se llevaron el cadáver a la morgue. Richi solo alcanzó a juntar algunas boletas más de Arriedo, y recordó la mirada cómplice de el Perro.
Volvió a su auto y regresó a su casa, no sin antes darse cuenta, que faltaba en el Audi la caja que contenía las boletas.
En el camino pasó por La Ronda, pero no se detuvo- “Creo que no tengo hambre, los muertos me producen eso”- se dijo. Esta noche solo quiero dormir, descansar mi mente para no darme por vencido.
Mientras manejaba recordó al Trava. Puta, sería mejor divertirme con éste, un rato, para aclarar mis ideas.
Pero no buscó a nadie. Hoy quería estar solo. Debía recomponer su estrategia, su búsqueda, en fin, ordenar el tablero. Las luces de los coches por Pellegrini, encandilaban sus ojos cansados, dobló rápido hacia Viamonte por Entre Ríos.
Cuando abrió la puerta de su departamento, recordó sus años juveniles. Siempre había querido ser independiente y ahora lo estaba logrando, el hecho de no compartir la búsqueda y aclaración de los tres crímenes –ahora cuatro -, con sus colegas, le daba márgen para obrar a su gusto y poner su olfato donde creía que estaba la presa. Pero esa noche era todo distinto, no solo la aclaración de los crímenes lo perturbaba. Su mente y su corazón le gritaban: ¡Cecilia ya está libre!. Yo fui su amigo, en la juventud y ella fue el amor no olvidado, ni tampoco aplacado. El amor de Beatriz en las entrañas del Dante –de las investigaciones



El encono, tanto tiempo guardado, hacia García Mónaco- que se la ganó- lo llevó a una pista que ahora descubría como cierta, aunque lo había llenado de confusión al principio, por su repentino deceso. Empezaban a aclararse sus ideas, la noche silenciosa, lo llenaba de calma. Buscó un cigarrillo y mientras lo fumaba se dijo: “fui su amigo y ahora, como tal, estaré junto a ella en su duelo.
Con el ánimo recobrado, olvidó el cadáver y pidió una pizza por teléfono, cenaría, y también, pese a todo dormiría en paz y con esperanzas en el corazón.

A las 5 de la mañana, sonó el teléfono. Era el Perro.
-Richi, despertá, el cadáver está siendo entregado a los familiares, terminó la autopsia, lo velarán en Salta al 2900, tercer piso, desde las 9 hs.
Luego te doy el informe legal.-
-Buen dato, amigo. Ordenaré mis actividades de hoy, luego te llamo-
Se desperezó lo mas que pudo. Tomo una ducha y luego se hizo un café. Envuelto en una bata fue a su mesa de trabajo, lleno de entusiasmo e inicio el día.
Comenzó por unir todo : datos, fotos, hechos, conversaciones, todo, todo.
¡Qué día ayer! Dijo. Pero hoy estoy nuevo, renovado, con más fuerzas para buscar y hallar la clave de esta historia. A ver, recordó: ayer media hora antes de encontrarse con García Mónaco muerto, había logrado entrar en su consultorio, sin ser visto, gracias a los datos de su observación y a las conversaciones con la doméstica.
Supo así que la ventana mayor del frente de la antigua y renovada casa quedaba con los vidrios abiertos y la persiana a medio cerrar, hasta las 9 de la noche, hora en que ella la cerraba considerando suficiente la ventilación y se retiraba.
Richi vió salir a García Mónaco a las 18,30 horas. Curiosamente no volvió a entrar y tampoco iba acompañado. Vió como desde adentro ventilaban el consultorio dejando las ventanas a medio cerrar.
Tomo impulso, audazmente abrió las persianas procurando no hacer ruído y entró a la Clínica.
Una vez adentro encendió una lámpara que estaba sobre el escritorio del médico y cerró con llave la puerta que daba al interior.
Sigilosamente pero con rapidez, observo todo, cada cosa le daba datos sobre la personalidad del médico, pero nada era relevante. Hasta que notó que un cajoncito, el último del escritorio, muy cerca del suelo, estaba cerrado con llave. Utilizó su habilidad y lo forzó. Sorprendido encontró gran cantidad de fotos pornográficas.
Distintas mujeres habían sido fotografiadas en pleno acto sexual, unas en la camilla del consultorio y otras en el sofá y lo mas curioso, la pareja de todas era la misma, el Dr. García Mónaco.
También en la PC encontró material porno del mismo tipo.
Lo fotografió todo y lo ensobró. Acomodó la PC y cerró el cajoncito como mejor pudo. Su corazón latía fuertemente, pero a su vez, su mente rebozaba de entusiasmo. Saltó al jardincito y salió a la calle.
Mientras manejaba pensaba que había cometido un delito. Pronto borró de su mente tal pensamiento. El material encontrado le abría un panorama inesperado y hasta insólito en la investigación, y era lo único importante.
A las pocas cuadras se encontró con García Mónaco muerto dentro de su Audi.



Se paseó nervioso en la habitación, sentía que había adivinado algo, pero no sabía que: Las mujeres…
Sus fotos pornos…
El Dr. García Mónaco con ellas…
Su muerte…
Él, toda una semana vigilando…
Arriedo…


No terminaba de unir las cosas, sacó las fotos de las mujeres asesinadas en el verano que le había facilitado el Perro, y las comparó con las obtenidas el día anterior en la Clínica. Así comprobó que dos de las victimas habían tenido relaciones sexuales con García Mónaco. La tercera estaba tan desfigurada, que no se pudo comparar. Además todas habían recibido fuertes golpes en el cráneo.
Luego de cavilar unos minutos, sus ojos vieron el tablero de ajedrez, por el vidrio de su antigua biblioteca.
Con este tablero haré el diagrama que tengo en mente.
Comenzó a ubicar las piezas:
El Rey…García Mónaco (agregó a la derecha)
La Reina…aaaahhhh eran varias

Ya sé, esto es lo que ocurrió: al Rey lo cuida bien la reina.
Este Rey tenía muchas Reinas, pero fueron desapareciendo una a una, por lo tanto, era hora de actuar. Había que comerlo, darle “Jaque Mate” y por eso está muerto. Pero el Jaque Mate fue tramposo, debieron sacrificar a García Mónaco, para despistar al intruso que lo vigilaba día a día.
¿Quién me descubrió? Gritó, lleno de terror. Al instante él sólo se contestó: ya sé “La torre”.
¡Cómo no me cuidé de las terrazas y de los departamentos altos! ¡Qué gran error!.
Golpeó su mesa con los puños. Se sentó. Luego fue a la cocina y se hizo otro café.
Algo más sereno se dijo: no importa, seguiré vigilando pero cambiaré mi aspecto. Tampoco llevaré mi auto, conseguiré uno prestado.
Ya amanecía y dentro de media hora debía presentarse a trabajar. Decidío pedir el día por causas particulares. Podía hacerlo. Nunca lo había pedido, para no tener máculas en su carpeta personal, pero para la ocasión era necesario. Consiguió su propósito hablando por teléfono con el Jefe de Personal, quién no le puso peros.


Se vistió, necesitaba tomar aire y salió a caminar. A la media hora estaba de vuelta. Abrió su placard y sacó su único traje, lo cepilló bien y lo apartó, buscó una camisa que hiciera juego con él, y también una corbata. Lustró sus zapatos, buscó buenas medias y con todo listo se dijo: -antes pasaré por la peluquería, mi look será otro desde hoy, y luego iré al velatorio, así sabré quienes eran los amigos de García Mónaco.
Se puso contento con la idea porque detrás de ella estaba Cecilia. Vuelvo a estar en las pistas –se dijo convencido.

A las 11 de la mañana Richi era otro entrando al velatorio. Bien vestido, con el cabello corto, las manos arregladas, subió al ascensor. Al llegar al tercer piso leyó del lado izquierdo: “Dr. Jorge García Mónaco”.
Entró a la sala despacio. Buscó entre la gente a Cecilia. La vió, ¡tan distinta! –Bueno no es el mejor momento- pensó, pero casi no la recuerdo. ¡Hacía tanto que no la veía!. Se acercó, cuando estuvo a su lado, tímidamente, la llamó por su nombre. Cecilia levantó su cabeza y fijó en él sus ojos rojos por el llanto. Después de unos instantes, lo reconoció.
-Gracias – le dijo. Sollozando agregó: “dentro de lo que me está ocurriendo, que te hayas acordado de nosotros, me da satisfacción, gracias de nuevo.
-Richi, no podía reaccionar.
Se alejó y fue hacia la cocina. Le sirvieron un café. Lo estaba tomando cuando Cecilia le tocó el brazo y le dijo: “quiero que te quedes o te acerques a casa esta tarde luego del entierro. Hay algo que quiero que sepas. Además, tenemos mucho que conversar.
-Bueno-, dijo Richi- como no, después voy.
Se quedó junto a la puerta y recorrió con su mirada todos los rostros. Algunos eran conocidos, otros no. Miró las coronas y anotó los nombres de los que las enviaban.
Entre ellas, en la más destacada por su tamaño y belleza se leía: “Benito Lamella Greca y amigos”.
¿Quienes son? Se preguntó Richi.
Salió a fumar. Sus ideas iban y venían… A Rey muerto, Rey puesto. ¿Quién será el sucesor?.
Armaré un nuevo tablero, encontraré a todos los jugadores -pensaba para darse ánimo-.
García Mónaco, también puede ser el asesino de las Reinas. Pero con la cuarta falló. Pudo ser eso la causa de su muerte. Pensaba Richi y seguía…
García Mónaco ¿Qué hacía con la propaganda política? ¿Porqué la llevaba y a quién?.
¿Arriedo y García Mónaco, qué pacto tenían?
Arriedo concejal quiere la Intendencia. Busca los medios económicos para conseguirla, ¿porqué con García Mónaco? ¿qué favores tenía que pagar Mónaco?. ¿serían de él o de otro realmente Jefe en todo esto?.
Buscaré a Arriedo.
Su mente no paraba. Recordó el día que siguiendo al Audi, la gran cantidad de vehículos que pasaban a esa hora lo pusieron tenso. Cada semáforo lo desconectaba por momentos, pero hábil en estos casos, pronto volvía a colocarse cerca del Audi. De pronto el Doc. dobló a la derecha y entró en una calle poco iluminada, enseguida paró junto al cordón de la tercera casa de la esquina, dejándole poco márgen para estacionar. Bajó la mujer y también Mónaco. Ambos entraron en la casa.
Bueno- había dicho Richi- ahora a esperar. No fue larga la espera, enseguida salieron los dos acompañados por otra pareja. No pudo ver claramente como eran, sólo notó que la mujer era jóven, elegante, y también parlanchina. A pesar de que la mujer hablaba en voz alta, no logró entender lo que decía.
El Audi arrancó y Richi hizo lo mismo después de darles algo de ventaja. Viajaron a velocidad media durante quince minutos, siempre por Córdoba al oeste y ya parecían detenerse cuando estalló un neumático del auto de Richi. Por suerte, sólo fue un susto pero los perdió y abandonó el seguimiento.
Tal vez esa noche –se dijo Richi – hubiera sabido dónde se reunían. Pero ya no sirve, quizá esas mujeres fueron asesinadas. Hay algo que sí me sirve, “la casa de una de las parejas”. Investigaré. Recuerdo que anote la dirección.

….


Las horas pasaban y no lograba deducir nada.

Camino al cementerio, se acoplaron tres autos negros con vidrios polarizados. Al llegar, cuando bajen, trataré de fotografiarlos –dijo Richi que estaba atento a todo lo que pasaba- y eso hizo. Los ocupantes de los autos vestían de negro y llevaban anteojos oscuros. Eran hombres de distintas edades.
Uno de ellos, que parecía el mayor, dijo algunas palabras de despedida.
Cecilia no lo conocía. Asombrada, sólo dio la mano a cada uno y no preguntó nada.


Richi se acordó que no había leído el informe judicial. Llamó al Perro. Este le reprochó: “te busqué todo el día, ¿dónde estabas?
No puedo decírtelo por ahora. Café de por medio puede ser. ¿me dás el informe?
Sí –dijo el Perro- “el Instituto Médico Legal, declaró que no se encontraron en las vísceras vestigios de sustancias químicas, ni de alcochol. Tampoco en el líquido estomacal. La muerte fue calificada como violenta, ocasionada por un objeto contundente, que golpeó su cabeza desde arriba, rompiendo el parabrisas y destrozando su cráneo, lo que provocó el desplazamiento de su quijada”.
¡Cómo le dieron eh! –dijo Richi- Gracias viejo, apenas llego a casa te llamo.

Se acercó a Cecilia y esta le dijo: estoy muy cansada pero igual te espero en casa, debes conocer algo.
Richi se acomodó en un auto para regresar, en ese momento advirtió que Arriedo no había venido. No lo ví en todo el día ni vi coronas de su parte. ¡Que extraño!.


Cecilia, a pesar de estar en el living de su casa, hablaba en voz baja. “no sabemos quién lo hizo Richi, pero yo venía escuchando conversaciones privadas de mi marido con un tal Arriedo, Concejal en Rosario. Ambos discutían mucho. Se que Jorge no quería aceptar lo que le proponía. Nunca lo conversamos, siempre lo pospusimos porque él estaba muy ocupado y me decía que no era importante. Pero yo intuía que era algo sucio. Y ahora creo que por ese lado hay que investigar. La policía dijo que lo haría. Yo estoy asustada y créeme, también con miedo no esperé un final así. Se que te gusta la investigación y quiero que la hagas, puedo proporcionarte los datos que vengan a mi memoria”.
Richi aceptó gustoso y ambos se despidieron. Cecilia le dijo: desde hoy podés llamarme para la información que necesités, no importa la hora y el día. Se dieron un abrazo.



El silencio en la mansión del Cavalliere, se había instalado. Por respeto a lo sucedido mi vecino. Comprendes Nino? Jugaremos silenciosamente hasta el jueves. Yo parto. Necesito otro aire. Viajare unos días por el Adriático. De regreso, seguimos.

Caballo F3

El sacrificio se ha cumplido, nuestra estructura está asegurada. El destino lo requería. Arriedo debe continuar, pero deberá limpiarse. ¿Lo comprende usted?.
La piedra no cayó al río, puede agitarse la policía y habrá que jugar nuevamente. Recuerde que es secreto. Nuestro rol es lo primero.



Torre G8

El pacto tácito es respetado, somos uno solo. Como sabemos las piezas caen. Ahora, recurro a la Ida. Basta de llantos.





Richi llegó a su departamento muy cansado. Pero era otro, tanto física como emocionalmente.

Esa mañana la prensa comenzaba a relacionar las muertes, de las tres mujeres y del médico que las tuvo de pacientes.
Que apresurados –pensó Richi al leerlo- entró a su oficina y dos segundos después, los aplausos lo aturdieron.
¡Que pinta! Sos otro, pareces un pibe. Acá hay gato encerrado. Empezá a hablar.
Era lo único que escuchaba y las risas con algún “te felicito” que no distinguía a esa altura, si era broma o verdad.
Esa tarde armó su diagrama de nuevo.

No hay Rey, no hay Reina, (ojo una está herida no muerta). Las torres me espían. Los peones son los de los autos negros y también algunos caballos y alfiles.
El disertante. Es el número uno. El pez gordo. Este puede ser el verdadero Rey.
Yo le daré el Jaque Mate.


Miro las fotos. Pero no se distinguían realmente los rostros, eran casi todos iguales.
Tendré que averiguar de todos y cada uno, ¿cómo? Cecilia no los conocía (¿realmente no los conocía?).
Ahí puede estar el secreto.
Las coincidencias ya no eran solamente su clave de investigación. Los hechos ocurridos las habían deslucido si bien no estaban desechadas.
Como no tenía todo, decidió pasar por el Consejo Deliberante. Allí supo que la Comisión que integraba Arriedo ese día no sesionaba. Rápidamente tomó un taxi y se llegó hasta el domicilio particular del Concejal. Quizo ser recibido pero nadie respondió. Llamó por teléfono. Nada.
Esto se pone interesante me daré una vuelta por el Partido Demócrata Liberal Rosarino al atardecer. Cerca de las 19.30 comenzó a llegar gente, Richi entró como un acólito más. Escuchó conversaciones. Dialogó con diversas personas, pero nadie tocaba el tema de las boletas dispersas por el suelo y caídas del Audi de García Mónaco. Un silencio, que le pareció cómplice, reinaba sobre el tema.
A las 20 Arriedo llamó diciendo que no asistiría, porque aún estaba en Santa Fe.

1 comentario:

  1. Quedó ¡muy bueno! Iberia.
    Solo me molesta lo de "jardincito" y "cajoncito", yo pondría uno de los dos ¿no te parece?

    ResponderEliminar